Actualmente, en el mercado existen un gran número de productos para el control de plagas, como pueden ser los insecticidas biológicos y químicos, cada uno de ellos con unas características específicas y un objetivo en común, pero diferentes entre sí.
Insecticidas biológicos vs químicos
Llevar a cabo un correcto control de plagas con productos químicos es cada vez más complejo, sobre todo por la concienciación existente y la necesidad del respeto por el medioambiente. Además, esta clase de productos no siempre dan buenos resultados, por lo que la tendencia es optar por la opción biológica.
La contaminación del medioambiente es un problema que afecta a todo el mundo. El uso de productos químicos deja sustancias químicas en los cultivos que pueden llegar a ser tóxicas. Además, con el uso continuado, se producen resistencias en las plagas, lo que obligaría a aumentar la dosis o usar otros productos quizá más fuertes. Esto puede afectar al desarrollo de la planta.
Por otro lado, perjudican la salud humana. Cuando comemos los productos de una explotación agrícola tratada con productos químicos, también ingerimos las sustancias residuales, transformándose en nuestro organismo y provocándonos problemas. Además, muchos de ellos pueden llegar a ser altamente contaminantes.
Los productos de control biológico son totalmente lo contrario, no contaminan ni son perjudiciales para nuestra salud ni tampoco para la de los animales y por supuesto, tampoco para los cultivos.
Con esta clase de productos, se respeta al máximo el medioambiente dado que en ningún momento se usan insecticidas o productos químicos, proporcionando más seguridad para nuestra salud.
Otro punto a tener en cuenta es que evita las poblaciones parasitarias en los cultivos, permitiendo que el nivel de producción se mantenga, no se reduzca. Además, esta clase de productos viene ajustado a la clase de parásito, llegando a acabar con muchas plagas sin provocar daño a los insectos benignos.